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  • EL BLOG DEL BCE

25 años del euro: el valor de la unidad en un mundo cambiante

30 de diciembre de 2023

Paschal Donohoe (presidente del Eurogrupo), Christine Lagarde (presidenta del Banco Central Europeo), Roberta Metsola (presidenta del Parlamento Europeo), Charles Michel (presidente del Consejo Europeo) y Ursula von der Leyen (presidenta de la Comisión Europea)

Hace 25 años, el 1 de enero de 1999, el euro pasó a ser la moneda única de once Estados miembros de la UE. Ahora sirve a la economía y hace que la vida de 350 millones de personas en 20 países sea más sencilla.

La causa europea siempre se ha basado en resolver problemas que los países no podrían abordar por sí solos. Tras la Segunda Guerra Mundial, líderes visionarios comprendieron que la única manera de asegurar la paz en nuestro continente era unir nuestras economías. Y una Europa unida requeriría, con el tiempo, una moneda única para aprovechar al máximo los beneficios económicos generados por el dividendo de la paz.

A finales de los años ochenta, a medida que Europa daba nuevos pasos para avanzar en su mercado único, el sueño de una moneda única se convirtió en un proyecto. Y hace 25 años, el 1 de enero de 1999, ese proyecto se hizo realidad. El euro es actualmente un elemento indispensable de nuestra vida cotidiana y nos proporciona simplicidad, estabilidad y soberanía.

Ha hecho más sencilla la vida de los europeos, que pueden comparar precios fácilmente, hacer negocios y viajar. Nos ha dado estabilidad y ha protegido el crecimiento y el empleo durante las crisis. Y al emitir la segunda moneda más importante del mundo hemos conseguido mayor soberanía en un mundo turbulento. Por tanto, no es una sorpresa que la zona del euro haya crecido de 11 a 20 países desde su creación.

A lo largo de los años ha habido grandes retos y preguntas sobre el futuro del propio euro. Pero siempre hemos encontrado las respuestas adecuadas. Por ejemplo, frente a la crisis financiera mundial y a la crisis de deuda soberana, establecimos salvaguardias, como el sistema único de supervisión y resolución bancarias o el Mecanismo Europeo de Estabilidad. Hoy, el apoyo a la moneda única en la zona del euro está próximo a niveles récord.

Pero nuestro trabajo no ha terminado. Porque han surgido nuevos desafíos que los países no pueden afrontar por sí solos, y los ciudadanos miran hacia Europa en busca de respuestas.

Nos enfrentamos a una escalada de las tensiones geopolíticas, en particular a la guerra ilegal de Rusia contra Ucrania, que requiere decisiones colectivas audaces. A una crisis climática que avanza cada vez más rápido y que solo podemos resolver juntos porque las emisiones de carbono no se detienen en las fronteras. Y a retos sin precedentes para nuestra competitividad derivados de las políticas energéticas e industriales en otras partes del mundo.

Esto significa que cuestiones como la defensa, o las transiciones ecológica y digital, se han convertido en asuntos urgentes de interés común. Lo mismo ocurre con nuestra forma de abordar la financiación de las enormes inversiones necesarias para descarbonizar nuestras economías, aumentar la seguridad de nuestras cadenas de suministro y mejorar nuestras tecnologías. En la UE, solo la transición verde requerirá inversiones de 620.000 millones de euros anuales hasta 2030.

Las soluciones deben alcanzar la escala que nuestro trabajo juntos en Europa ha hecho posible. Construir una auténtica unión de los mercados de capitales que abarque todo el continente para movilizar financiación privada. Utilizar herramientas y políticas europeas para fortalecer nuestra competitividad y seguridad, por ejemplo, reforzando las estructuras existentes mediante la reforma de las reglas fiscales y una unión bancaria más sólida. Y adaptar la moneda única a la era digital preparando las bases para un posible euro digital que pueda complementar al dinero en efectivo.

Al mismo tiempo, con varios países en proceso de adhesión a la UE, debemos conservar nuestra capacidad para actuar con decisión. Ampliación y profundización no son excluyentes, pero la ampliación puede requerir cambios en la forma que la UE está organizada.

Los ciudadanos europeos saben que el mundo está cambiando. Y entienden que la unión hace la fuerza. Aproximadamente dos tercios de los europeos están convencidos de que la UE es un baluarte de estabilidad. Demostrémosles que Europa puede forjar este cambio y responder a sus expectativas.

Se necesitarán ambición y perseverancia, las mismas cualidades que encarnaban los fundadores de la integración europea. Y habrá que reconocer que no todos los objetivos pueden lograrse inmediatamente. La integración europea nos enseña que debemos tomar las medidas que tenemos a nuestra disposición cuando surge el momento. El resto de pasos se darán después cuando llegue el momento propicio.

Como afirmaba el escritor francés Anatole France: “Para lograr grandes cosas, no solo debemos actuar, sino también soñar; no solo planear, sino también creer”. Los primeros 25 años del euro han mostrado cómo de exitoso puede llegar a ser un sueño. Y a medida que el mundo cambia a nuestro alrededor, nuestras acciones prueban que una Europa unida tiene las respuestas que tanto los europeos como el mundo necesitamos.

Esta entrada de nuestro blog se publicó como artículo de opinión en medios de comunicación de los veinte países de la zona del euro.

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